Maserati Grecale Trofeo

Cuando Maserati anunció su incursión en el segmento de los SUV medianos con el Grecale, muchos lo vieron como una jugada estratégica para ampliar mercado. Pero cuando lanzaron la versión Trofeo, quedó claro que esto no era solo sobre volumen: era una declaración de guerra. Porque lo que tenemos aquí no es solo un SUV. Es una experiencia visceral, un rugido del tridente que quiere dejar huella entre los que buscan lujo, pero también fuego en las venas.

A simple vista, el Grecale Trofeo impone. Sus proporciones equilibradas, con 4,86 metros de largo, esconden una agresividad contenida que se desata en detalles como las enormes tomas de aire, el capó esculpido y ese perfil musculoso que grita performance. La parrilla frontal, con el icónico tridente en cromado brillante, es una firma de intimidación elegante.

En la parte trasera, el difusor deportivo y las cuatro salidas de escape dejan claro que esto no es un SUV cualquiera. Las llantas de 22  completan un conjunto que no busca ser discreto. Busca ser recordado.

Por dentro, la Trofeo es Maserati en su máxima expresión: cuero perforado, Alcántara, fibra de carbono y detalles en aluminio cepillado crean un ambiente que mezcla lujo y deportividad como pocos. La posición de manejo es baja, abrazada por butacas deportivas que te sostienen con firmeza sin dejar de ser cómodas. Y aunque todo es digital —instrumental, sistema multimedia, climatización— el alma sigue siendo analógica. Todo lo que tocás transmite calidad y carácter.

Debajo del capó late el motor V6 biturbo de 3.0 litros derivado del superdeportivo MC20. Entrega 530 hp y 620 Nm de torque, transmitidos a las cuatro ruedas mediante una caja automática ZF de 8 marchas.

¿El resultado? Aceleración de 0 a 100 km/h en 3,8 segundos y velocidad máxima de 285 km/h. En otras palabras: números que avergüenzan a muchos deportivos de renombre. Todo con un consumo promedio estimado de 8,3 km/l, que claramente no es su carta fuerte, pero a quién le importa cuando pisás el acelerador y el escape te responde con una sinfonía de guerra.

El Grecale Trofeo no se limita a ir rápido en línea recta. Tiene una puesta a punto que permite atacar curvas con una agilidad que no esperás en un SUV de su tamaño. La suspensión neumática adaptativa, el diferencial autoblocante electrónico y la vectorización de torque hacen su magia.

Pero más allá de lo técnico, lo que enamora es lo que te hace sentir. En modo Corsa, todo se tensa. La dirección se vuelve más precisa, la suspensión se endurece y cada cambio de marcha suena como una declaración de intenciones. Es un auto que no solo se maneja: se vive. Te conecta con la carretera y con vos mismo. Y sí, también te saca sonrisas cómplices cuando lo dejás en modo normal y la gente gira la cabeza al pasar.

El sistema multimedia MIA, con pantallas de 12,3” y 8,8”, ofrece una interfaz intuitiva, conectividad total con Android Auto y Apple CarPlay, y un sistema de sonido Sonus faber de 21 parlantes que convierte al habitáculo en una sala de conciertos si así lo querés.

La habitabilidad también sorprende. Hay espacio real para cinco adultos, y el baúl de 535 litros cumple con creces para el uso diario o viajes en familia. Porque sí: podés llevar a los chicos al colegio… a 285 km/h (aunque no te lo recomendamos).

Viene equipada con lo último en asistencias a la conducción: frenado autónomo de emergencia, mantenimiento de carril, control crucero adaptativo con stop & go, lector de señales de tránsito, sensores perimetrales y cámara 360°. Seguridad al nivel de su performance.

El segmento de SUV deportivos está más caliente que nunca. Y aunque el Maserati juega con desventaja frente a rivales alemanes en volumen y red de servicios, se planta con argumentos sólidos:

  • Porsche Macan GTS: más preciso en pista, pero menos emocionante en sonido y diseño. Y algo más chico.
  • BMW X3 M Competition: más potente (510 hp), pero menos refinado en interiores y más “teutón” en personalidad.
  • Alfa Romeo Stelvio Quadrifoglio: comparte alma italiana y dinamismo, pero el Maserati lo supera en tecnología, lujo y status de marca.

El Grecale Trofeo no es un SUV más. Es una obra de ingeniería emocional. Un vehículo que, en tiempos de electrificación y eficiencia, nos recuerda por qué amamos los autos. Porque hay algo profundamente humano en acelerar, escuchar el motor rugir, sentir la dirección viva y saber que estás manejando algo especial.

¿Es racional? No del todo. ¿Es perfecto? Tampoco. Pero si lo que buscás es pasión sobre ruedas, con espacio y confort, la Trofeo es una declaración de principios. Un SUV que, fiel al espíritu Maserati, no solo te lleva de un lugar a otro. Te lleva más allá.

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